La Pasión Viviente de Castro Urdiales, que aspira a convertirse en Fiesta de Interes Turístico Nacional, sobresale además de por el buen hacer de los actores, por la excepcionalidad paisajística de los escenarios naturales donde se desarrolla, entre los que destaca la imponente presencia de la iglesia gótica de Santa María como decorado de fondo de las escenas centrales.
Castro Urdiales, una de las villas marineras más atractivas y turísticas de la costa de Cantabria, acoge cada Semana Santa la "Pasión Viviente", una espectacular representación de las últimas horas de Jesucristo, en la que toman parte centenares de vecinos y que congrega a más de 10.000 visitantes en cada edición.
Desde 1984, Cada Viernes Santo, el casco histórico de Castro Urdiales retrocede más de 2.000 años para vivir el viacrucis de Jesús. Cuatro intensas horas en las que la escenificación de la Pasión Viviente rememora los momentos más dramáticos vividos por Jesucristo, escenas de un realismo tan estremecedor que permanecen en la retina de los miles de visitantes que cada año se congregan al pie de la iglesia gótica de Santa María, la Atalaya o el Ayuntamiento, para no perder detalle de la última cena, el juicio del Senado judío, el arrepentimiento de Judas, la crucifixión, la muerte, el descendimiento o la resurrección.
Castro Urdiales, una de las villas marineras más atractivas y turísticas de la costa de Cantabria, acoge cada Semana Santa la "Pasión Viviente", una espectacular representación de las últimas horas de Jesucristo, en la que toman parte centenares de vecinos y que congrega a más de 10.000 visitantes en cada edición.
Desde 1984, Cada Viernes Santo, el casco histórico de Castro Urdiales retrocede más de 2.000 años para vivir el viacrucis de Jesús. Cuatro intensas horas en las que la escenificación de la Pasión Viviente rememora los momentos más dramáticos vividos por Jesucristo, escenas de un realismo tan estremecedor que permanecen en la retina de los miles de visitantes que cada año se congregan al pie de la iglesia gótica de Santa María, la Atalaya o el Ayuntamiento, para no perder detalle de la última cena, el juicio del Senado judío, el arrepentimiento de Judas, la crucifixión, la muerte, el descendimiento o la resurrección.
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